Mi amiga E. decidió en un momento dado hacer limpieza de habitación y tirar a la basura cosas inútiles. Como está muy concienciada con el medio ambiente no sabía si tirar esto a la basura del plástico, la del papel, la del material orgánico, o llamar directamente a los cazafantasmas (sí, a mí también me asustaron estos ositos). Al final decidió regalármelo. Gracias.
Como soy una persona valiente que se enfrenta a los problemas y los elimina de cuajo me lié a golpes con la caja, hice palanca a los ositos con un destornillador y los arranqué. Decidí tirarlos a la basura general, así, sin clasificar ni nada, para que viesen lo chunga que soy. [Estoy en contra del maltrato animal pero esto no eran osos amorosos, eran pequeños engendros de Satán, no les miréis directamente a los ojos.]
Me hice con una lima (de carpintería, no de uñas, no me seáis tan princesas), quité todo el esmalte rosa floreado y lo pinté con pintura plástica blanca. Et... ¡Voilà!
Un maravilloso organizador de cosméticos (ahora sí os podéis poner en plan princesa oh-me-encanta-estupendo-maravilloso-ideal). Lo utilizo para guardar algunas paletas, pinceles, cuatro cremas y algunas bases de maquillaje.
PD: mi amiga E. es muchísimo más feliz desde que se ha deshecho de los osos y duerme felizmente en su habitación sin necesidad de guardar el cuchillo bajo la almohada.
¿Os ha gustado el cambio?